jueves, 4 de junio de 2015

Marcelino Chmapgnat Actividad 13

Biografía de San Marcelino Champagnat.
Marcelino Champagnat, el fundador de la orden Marista, nació en la aldea de Rosey, Marlhes, Lyons, Francia, el 20 de Mayo de 1789. Fue el más jóven de diez hijos. Su madre: María Teresa Chirat, y su padre, un respetado oficial público: Juan Bautista. En el hogar de Champagnat, los valores cristianos eran practicados diariamente. Sus orígenes fueron humildes. Proviene de los campos, con el barro del suelo en sus manos, la fuerza del arado en sus brazos, el fuego de la fé de un cristiano en su corazón y el poder de un propósito sagrado en su voluntad. Se puede decir que su deseo por entrar al sacerdocio se debió a la influencia que su tía, Luisa Champagnat, tenía sobre su modo de pensar. Ella era una hermana religiosa.
Siendo un niño, Marcelino no mostró deseo alguno por el trabajo académico, nisiquiera mostraba interés excepcional por la religión. La familia se sorprendió cuando Marcelino compartió con ellos su deseo de entrar al seminario. Una vez dirigido en el camino hacia el sacerdocio por una entrevista en la que conversó con un profesor seminarista, Champagnat nunca titubeó. Debido a que él contaba con una poca educación y a que podía leer escasamente, tuvo muchas dificultades. Así que estudió con la determinación y la dedicación que luego le caracterizarían como seminarista, sacerdote, fundador y educador. El realmente pensaba que Dios quería que él fuera sacerdote y estaba seguro de que tendría éxito con su ayuda.
Marcelino se esforzó y trabajó por horas hasta que fue apto para entrar al Seminario Mayor de Lyons, Francia, donde, en poco tiempo, su labor lo promovió a estudios más avanzados. Fue en esos años cuando Marcelino hizo amistad con jóvenes similares a él. Con la ayuda de algunos de ellos, como Jean-Claude Colín, decidieron formar una sociedad dedicada al trabajo de la misión parroquial y a la educación cristiana de los jóvenes, nombrando a su grupo, la Sociedad de María. Ahora, esta sociedad se conoce como los Padres Maristas
Un tiempo después, él empezó a contemplar la idea de formar un grupo de hermanos, cuya misión principal sería brindar educación cristiana a los jóvenes.
Marcelino fue ordenado sacerdote el 22 de Julio de 1816, y a sólo un día de su ordenación, junto con otros doce compañeros, Marcelino sube al santuario mariano de Fourvière en Lyon, y después de la celebración eucarística se consagran a María y prometen solemnemente trabajar con todas sus fuerzas para formar la Familia Marista.
A la edad de 27 años y habiendo sido ordenado sacerdote, Marcelino fue asignado, el 10 de agosto de 1816, a la parroquia de La Valla. Llegó el día 12 y tomó posesión el 15. Dicha parroquia se encuentra localizada en las colinas al pie del Monte Pilat y, consistía de algunas villas. En uno de sus muchos viajes a hogares alejados, tuvo que asistir a un joven agonizante de 17 años de edad, llamado Juan Bautista Montagné. Este muchacho no conocía la mayoría de las verdades elementales de la fé. La memoria de esta experiencia atacó frecuentemente a Marcelino durante días; él supo que tenía que actuar. Sólo a seis meses de su ordenación, confió sus esperanzas a dos jóvenes más, Juan María Granjón de 22 años de edad y Juan Bautista Audrás de 14, quienes aceptaron el reto. El 2 de Enero de 1817, se convirtieron en los primeros hermanos Maristas, al fundar la primera Comunidad de los Hermanitos de María. Bajo la prudente guía espiritual y educacional del Padre Champagnat, nuevos miembros fueron educados hasta calificar para enseñar catecismo a los niños y adultos, formando parte de la orden que, eventualmente, se conocería como Hermanos Maristas de la Educación. En Noviembre de 1819, Marcelino asignó a sus primeros hermanos a las escuelas de La Valla y Marlhes, su tierra natal.
El Padre Champagnat inició un programa de construcción y, debido a que la pobreza era tangible en las condiciones de su vida material, él junto a los Hermanos trabajó en las construcciones. Además, tuvo que enfrentarse a las fuertes críticas de algunos sacerdotes, que lo catalogaban de loco e imprudente por arriesgarse de tal manera en su imponente labor. Ignorando estas oposiciones verbales, Marcelino persistió en sus planes, confiando plenamente en la Divina Providencia y en la Virgen María, a quien llamaba "Madre de Dios" y "Recurso Ordinario". Confianza en un sueño, dedicación a un ideal, fé y sacrificio fueron las piedras con las que se construyó el Hermitage.
Al inicio, las vocaciones maristas eran pocas: habían pasado cinco años desde que la primera Comunidad Marista estaba viviendo en La Vallá, y sólo nueve jóvenes estaban dando clase en cuatro escuelas cercanas y no venían más jóvenes a la casa de formación del noviciado.
Pero, a pesar de todo, el Padre Champagnat nunca perdió su fé y confianza en Dios y en María. Marcelino le rezaba así a María: "Esta casa es obra tuya, porque tú nos has juntado, pero si no sigues ayudándonos, nos apagaremos como una lámpara sin aceite. Y no será nuestra obra la que muera, sino la tuya. Contamos con tu ayuda y con ella contaremos siempre".
Hasta el año antes de su muerte, Marcelino era superior, director espiritual y supervisor del Instituto. Sus frecuentes viajes, sus interminables horas de trabajo manual y dedicación hicieron que se enfermara, obligándolo a parar.
Marcelino Champagnat murió a la edad de cincuenta y un años, el 6 de Junio de 1840. Para esa fecha, doscientos jóvenes se habían convertido en Hermanos. Incluso luego de su muerte, muchos se unieron a la Congregación de Hermanos. El espíritu y la voluntad de Marcelino aún viven en el corazón de cada uno de éstos dedicados hombres.








3 Hechos importantes

Marcelino Champagnat
1. Marcelino Champagnat es la raíz que da vida a la educación marista. Los tiempos y las circunstancias cambian, pero su espíritu dinámico y su visión siguen vivos en nuestros corazones. Dios le eligió para llevar esperanza y el mensaje del amor de Jesús a los jóvenes de Francia en su época. Es también Dios quien nos inspira a hacer lo mismo en los lugares donde vivimos hoy.
Un hombre fiel a Dios en una época de crisis
2. Durante el tiempo que vivió Marcelino (1789-1840) Europa fue el escenario de una gran agitación cultural, política y económica, de crisis en la sociedad y en la Iglesia. Ese fue el marco en el que creció y fue educado, el contexto que provocó su respuesta de fundar y llevar adelante el Instituto de los Hermanitos de María, conocidos como los Hermanos Maristas.
- en su juventud
Marlhes (1789-1805)
3. Marlhes*, el pueblo donde nació Marcelino, era un lugar donde reinaban el atraso y la ignorancia; la mayoría de los adultos y jóvenes eran analfabetos. Sin embargo, durante su infancia, se respiraban aires de cambio. Las ideas sobre progreso social y solidaridad que provenían de la Revolución Francesa causaron su impacto incluso en los lugares más apartados. El padre de Marcelino jugó un importante papel en este movimiento social.
















Marco mi vida...
Para mi Marcelino fue una gran persona, marco mi vida pues porque el creo a las personas que forman parte de la institución en la que ahora me encuentro.
Gracias a el existimos los maristas y en mi opinión creo que deberían de haber más personas que piensen y hacen las misma acciones que él.
Si nos comportáramos como el tendríamos un mundo con paz y sin violencia.









miércoles, 27 de mayo de 2015

San Marcelino Champagnat



San Marcelino Champagnat
MARCELINO CHAMPAGNAT nace el 20 de mayo de 1789 en Marlhes, un pueblo de las montañas del Centro-Este de Francia, en el momento en que estalla la Revolución Francesa. Es el noveno hijo de una familia profundamente cristiana. Su educación es eminentemente familiar. Su madre y una tía suya exclaustrada, despiertan en él una fe sólida y una profunda devoción a María. Su padre, agricultor y comerciante, poseía una instrucción superior a la normal por aquellos pueblos, está abierto a las nuevas ideas y desempeña un papel político importante en su ayuntamiento y en toda la región. Sabe también inculcar en Marcelino la aptitud para los trabajos manuales, el gusto por la acción, el sentido de la responsabilidad y la apertura a las ideas innovadoras.

Cuando Marcelino tiene 14 años, un sacerdote de paso por su casa, le hace descubrir que Dios le llama al sacerdocio. Marcelino, cuya escolaridad había sido muy deficiente, se pone a estudiar con todo ardor "porque Dios lo quiere", mientras sus parientes cercanos, conocedores de sus limitaciones, tratan de disuadirle. Los años difíciles de su estancia en el seminario menor de Verriéres (18051813) son para él una etapa de extraordinario crecimiento humano y espiritual.
En el seminario mayor de Lyon tiene por compañeros, entre otros, a Juan María Vianney, futuro Cura de Ars, y a Juan Claudio Colin, que más tarde será el fundador de los Padres Maristas.

Forma con otros seminaristas un grupo cuyo proyecto es fundar una congregación que comprendiera sacerdotes, religiosas y una orden tercera, que llevaría el nombre de María, la "Sociedad de María", cuya finalidad sería recristianizar la sociedad civil. Conmovido por la miseria cultural y espiritual de los niños de los pueblos, Marcelino siente la urgencia de crear dentro del grupo una congregación de Hermanos que dedicaran a la educación cristiana de la juventud. Decía con frecuencia: "No puedo ver a un niño sin sentir el deseo de decirle cuanto le ama Jesucristo".

Al día siguiente de su ordenación sacerdotal (22 de julio de 1816) este grupo de sacerdotes jóvenes van a consagrarse a María y a poner su proyecto bajo su maternal protección en el santuario de Ntra. Sra. de Fourviére.

Luego Marcelino es nombrado coadjutor de una parroquia rural, La Valla. La visita a los enfermos, la catequesis de los niños, la atención a los pobres y el fomento de la vida cristiana en las familias son las actividades esenciales de su ministerio. Su predicación, sencilla y directa, su profunda devoción a María y su ardiente celo apostólico marcan profundamente a sus feligreses. Queda dolorosamente conmovido al encontrar a un joven de 17 años que está a punto de morir y que no conoce nada de Dios. Este hecho le mueve a poner en práctica su idea de fundar un grupo de maestros dedicados a la instrucción cristiana de los niños del campo.

Y el 2 de enero de 1817, sólo seis meses después de llegar a la parroquia de La Valla, el joven coadjutor Marcelino, de 27 años de edad, reúne a sus dos primeros discípulos: Acaba de nacer, en medio de la mayor pobreza, humildad y confianza en Dios, la congregación de los Hermanitos de María o Hermanos Maristas, bajo la protección de la Santísima Virgen. Al mismo tiempo que atiende a sus deberes de coadjutor de la parroquia, forma a sus Hermanos, preparándoles para su misión de maestros cristianos, de catequistas y de educadores de los jóvenes, y se va a vivir con ellos. Apasionado por extender el Reino de Dios y consciente de las inmensas necesidades de la juventud de los ambientes rurales, logra convertir a los jóvenes campesinos que viven con él en apóstoles de Cristo y de María. En seguida empieza a abrir escuelas, y pronto la casita de La Valla, ampliada con el trabajo de sus propias manos, se queda pequeña. Las dificultades son enormes. Algunos sacerdotes no comprenden el proyecto de este humilde coadjutor sin experiencia y sin dinero. Sin embargo los ayuntamientos no dejan de pedir que les envíe Hermanos para que trabajen en la instrucción y educación cristianas de los niños de sus municipios.

Marcelino y sus Hermanos participan en la construcción de una nueva casa capaz de acoger a más de cien personas, a la que da el nombre de Ntra. Sra. del Hermitage. En 1825 liberado de su cargo de coadjutor de la parroquia se dedica por completo a su congregación, atendiendo especialmente a la formación y acompañamiento espiritual, pedagógico y apostólico de sus Hermanos, a la visita a las escuelas y a la fundación de nuevas obras.

Como hombre de fe profunda, Marcelino no deja de buscar la voluntad de Dios en la oración y en el diálogo con las autoridades religiosas y con sus Hermanos. Consciente de sus limitaciones, no cuenta más que con Dios y con la protección de María, la "Buena Madre", "Recurso Ordinario" y "Primera Superiora". Su humildad profunda y su vivo sentido de la presencia de Dios le permiten sobrellevar numerosas pruebas con una gran paz interior. Le gusta repetir a menudo las palabras de salmo 126: "Si el Señor no construye la casa... ", convencido de que su congregación de Hermanos es la obra de Dios y de María, y adopta la divisa "Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús".

"Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar" es la misión de sus Hermanos, y la escuela es para él lugar privilegiado para la evangelización. Marcelino inculca a sus discípulos el respeto y el amor a los niños, la atención a los pobres, a los más ingratos y a los más abandonados, a los huérfanos en particular. La presencia asidua junto a los jóvenes, la sencillez, el espíritu de familia, todo a la manera de María, son los puntos esenciales de su idea de la educación.

En 1836, la Iglesia reconoce la Sociedad de María y le confía la misión de Oceanía. Marcelino pronuncia los votos como miembro de la nueva Sociedad y envía a tres de su Hermanos con los primeros misioneros Padres Maristas a las islas del Pacífico. "Ninguna de las diócesis del mundo está excluida de nuestros planes", escribe a un obispo.

Las gestiones para lograr el reconocimiento legal de su congregación le llevan mucho tiempo y le piden mucha energía y espíritu de fe. Pero no deja de repetir: "Cuando se tiene a Dios de nuestra
parte y cuando no se cuenta mas que con El, nada nos es imposible".

La enfermedad logra vencer su robusta constitución. Agotado por el trabajo, muere a la edad de 51 años el 6 de junio de 1840, dejando a sus Hermanos este precioso mensaje: "Que no haya entre vosotros mas que un solo corazón y un mismo espíritu. Que se pueda decir de los Hermanitos de María, como de los primeros cristianos: Mirad cómo se aman".

3 fechas importantes:
El 12 de agosto de 1816 Marcelino Champagnat es nombrado vicario parroquial en el pueblo de La Valla-en-Gier, con una población de 2.000 habitantes dispersos en múltiples y lejanas aldeas por las faldas de la cadena de montañas del Pilat, en el Macizo Central.
Beatificación: 29 de mayo, 1955 por el Papa Pío XII
Canonización: 18 de abril, 1999, Ciudad del Vaticano, por el Papa Juan Pablo II

imagenConclusión: San Marcelino Champagnat siempre ha sido un ejemplo de vida, y una persona admirada, fue un sacerdote con muchos valores, que siempre fue solidario y ayuda a todas las personas en su vida, fundo una de las escuelas en las que estoy y eso es de admirarse ya que no fui el único niño que es beneficiado.
San Marcelino a pesar de sus condiciones siempre salió adelante confiando plenamente en Dios y jamás se rindió, puso en práctica sus valores, y eso se le admira ya que hay pocas personas en el mundo como él.
La acción que fue más importante para mí es cuando funda la casa de Nuestra Señora Hermitage es importante para mí porque ayudo a bastantes personas.